El ser nadie...


 La señora Mc Clain pudo ver el violinista que ocupaba el espacio mas apartado de la modesta feria del pueblo. Allí estaba, con sus libros, sus camisetas, sus palabras, sus revindicaciones sociales, pero ella supo de inmediato que ese sonido no era habitual. Hay un idioma vibrante de colores que poseen una linea de flotación temporal superior, ese rumbo dispone al oido afinado un peso emocional que recorre la cavidad craneal, baja por la médula y reverbera en el pecho.

Aquél hombre sólo la miraba pero enseguida supo que él perdía o traspasaba el punto de fuga de su rostro y se detenía detrás, giró y vio una niña que callada cuidaba de su hermanito.

Entonces el sentimiento apareció. Tan olvidado, tan despreciado, y la coraza interna se fisuró por un momento y llovió sin nubes, y la razón se calmó y la vida corrió libre río abajo.

Volvió en sí con el chillido del bebé y el músico ya no estaba, había que regresar a casa, volver de donde no se vuelve cuando se entra en la indiferencia... 

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